La emigración de la clase media trabajadora de las grandes ciudades hacia las colonias del borde exterior fue multitudinaria. Un estatus social venido a menos pasaba a ser, unos millones de kilómetros más allá, la élite. Pero esta emigración tuvo una consecuencia inesperada. Se produjo un descenso muy importante de la población humana en activo; es decir, disminuyó el número de trabajadores disponibles. Tyrell Corporation aprovechó la oportunidad para poner en circulación centenares de unidades biomecánicas similares en apariencia a los humanos, que llamó replicantes. Fueron útiles durante un tiempo, cumpliendo su papel en la industria y los servicios. Además, sus ventajas eran considerables en comparación con los humanos que reemplazaban: eran más eficientes y no requerían retribución. Así pues, a pesar de su elevado coste, la adquisición de un replicante llegó a ser una gran inversión para las grandes empresas.
En las ciudades, la población replicante llegó a ser muy numerosa. En L.A. superó el 40% de sus habitantes. Alguien en el Gobierno evaluó el riesgo de seguridad que esto suponía, pero el negocio estaba en plena ebullición y Tyrell no cejó en su empeño por fabricar unidades de mano de obra eficiente, que salían al mercado cada vez a un precio más competitivo. El modelo Nexus-4, dotado de una inteligencia artificial capaz de dar soluciones nuevas a problemas nuevos, fue todo un éxito.
Pero pronto aparecieron los primeros problemas. La inteligencia artificial aportaba a los Nexus-4 ciertos grados de libertad de acción. Llegado el momento de la madurez, estas unidades empezaban a tomar decisiones por sí mismas, que en algunos casos producían perjuicios a su propietario. Al principio, el daño era sólo económico, pero hubo en La Florida un caso famoso de violencia física. A partir de este incidente, los replicantes fueron acechados, y ante el menor signo de quebranto o una simple sospecha, retirados. Tyrell perfeccionó sus productos. La versión 5 incorporó mejora continua del comportamiento y un límite temporal vital de cuatro años. Pero antes de la aparición de la renovada versión 6, llamada a ser el individuo artificial perfecto, los replicantes fueron declarados proscritos. El Gobierno, ante las dudas, y después de dos incidentes violentos más, ordenó el exilio forzoso de toda criatura biomecánica a las colonias, fuera cual fuera su versión, bajo pena de retiro.
Esto supuso solamente desviar el problema al borde exterior. La amenaza replicante se materializó en las colonias, primero en Urano IV y V, y más tarde en las bases de Marte y Luna. Tras violentos disturbios en estos lugares, respondidos con contundencia por las Fuerzas Militares en el exterior, los replicantes fueron considerados ilegales en la Tierra y estaba prohibido su regreso. A pesar de estas medidas, algunos consiguieron regresar. En L.A., el Departamento de Policía creó una unidad especial encargada de perseguir y retirar a los que conseguían regresar. Yo fui uno de los perseguidores. El mejor.
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