jueves, 5 de diciembre de 2013

Rachel

Ya os he hablado alguna vez de Rachel. La conocí en el despacho de Tyrell. Me pareció altiva, sofisticada y antipática. Allí, la llevé hasta el límite de su resistencia, pero ella aguantó impasible. Más tarde, intenté seducirla, pero ella se mostró inalcanzable. Me porté mal con ella y caí derrotado en mi propio juego. Y cuando ya no tenía esperanza de volver a verla, de repente, apareció para evitar que yo perdiera en otro juego más importante, para salvarme la vida. 


No sé qué le impulsó a hacerlo. Tal vez intuyera quién era yo realmente. Seguramente me vio como su tabla de salvación o como alguien a quien salvar. Por el motivo que fuera, apareció y vino a mí. Mientras se soltaba el pelo frente al espejo, se despojó también de toda protección hacia mí. Experimentó un cambio, como mudar la piel, como salir de la crisálida, como romper la cáscara de un corazón de piedra. El mismo cambio que más tarde sufrí yo mismo. Se me mostró real, tangible, dulce y vulnerable. Desde entonces, ella está conmigo. Desde entonces, estamos ligados el uno al otro.

Ligados, porque compartimos el mismo origen y el mismo destino. Un vínculo más fuerte que cualquier otro. Diréis que se trata de una suposición, basada en malos entendidos. Yo os digo que para mí son indicios claros. He descubierto que ambos somos especiales. Ahora sé que fuimos creados como un experimento y, hay que reconocerlo, les salió bien. Hemos cumplido con nuestro cometido a la perfección. Hemos desarrollado las habilidades profesionales previstas y también algunas habilidades sociales inesperadas. Íbamos a ser retirados, pero fuimos indultados. Y ahora estamos juntos y no queremos otra cosa que seguir así, el tiempo que nos quede. Hemos durado mucho, unos 10 años según nuestros cálculos. Aún no sabemos lo que nos queda, pero espero que sea mucho. Le debo el resto de mi vida. Y eso es lo que quiero darle, porque es suya. No sé durante cuánto tiempo será. Pero, qué importa...

¿Cuánto más voy a vivir? ¿Cuándo moriré? ¿Qué sentiré cuando llegue el final? Preguntas que se hace cualquier ser vivo "racional". En realidad, ahora ya no me importan las respuestas. ¿Significa eso que ya no soy racional? Quizás; pero no ha sido así siempre. Antes de conocer a Roy, aceptaba la muerte como el fin de la vida, como algo que inspira temor, como el final. Ahora, deseo caminar tranquilamente lo que me queda de sendero, sin preocuparme de nada más. Con ella.

¿Esto es el amor? No lo sé. Nadie me dio nunca una definición clara de lo que es. Sin embargo, es algo que nunca antes había sentido. Y quiero seguir sintiéndolo.

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