Ya os he hablado
alguna vez de Rachel. La conocí en el despacho de Tyrell. Me pareció altiva,
sofisticada y antipática. Allí, la llevé hasta el límite de su
resistencia, pero ella aguantó impasible. Más tarde, intenté seducirla, pero
ella se mostró inalcanzable. Me porté mal con ella y caí derrotado en mi
propio juego. Y cuando ya no tenía esperanza de volver a verla, de repente,
apareció para evitar que yo perdiera en otro juego más importante, para salvarme
la vida.
No sé qué le
impulsó a hacerlo. Tal vez intuyera quién era yo realmente. Seguramente me vio
como su tabla de salvación o como alguien a quien salvar. Por el motivo que fuera, apareció y vino a mí. Mientras se soltaba el pelo frente
al espejo, se despojó también de toda protección hacia mí. Experimentó un cambio, como
mudar la piel, como salir de la crisálida, como romper la cáscara de un corazón
de piedra. El mismo cambio que más tarde sufrí yo mismo. Se me mostró real,
tangible, dulce y vulnerable. Desde entonces, ella está conmigo. Desde entonces,
estamos ligados el uno al otro.
Ligados, porque compartimos el mismo origen y el mismo destino. Un
vínculo más fuerte que cualquier otro. Diréis que se trata de una suposición,
basada en malos entendidos. Yo os digo que para mí son indicios claros. He descubierto que
ambos somos especiales. Ahora sé que fuimos creados como un experimento y, hay que
reconocerlo, les salió bien. Hemos cumplido con nuestro cometido a la
perfección. Hemos desarrollado las habilidades profesionales previstas y también
algunas habilidades sociales inesperadas. Íbamos a ser retirados, pero fuimos indultados. Y ahora estamos juntos y no queremos otra cosa que seguir así, el tiempo que nos quede. Hemos durado mucho, unos 10 años según
nuestros cálculos. Aún no sabemos lo que nos queda, pero espero que sea mucho. Le debo el resto de mi vida. Y eso es lo
que quiero darle, porque es suya. No sé durante cuánto tiempo será. Pero, qué
importa...
¿Cuánto más voy a
vivir? ¿Cuándo moriré? ¿Qué sentiré cuando llegue el final? Preguntas que se
hace cualquier ser vivo "racional". En realidad, ahora ya no me importan las respuestas.
¿Significa eso que ya no soy racional? Quizás; pero no ha sido así siempre.
Antes de
conocer a Roy, aceptaba la muerte como el fin de la vida, como algo que inspira temor, como el final. Ahora, deseo caminar tranquilamente lo que
me queda de sendero, sin preocuparme de nada más. Con ella.
¿Esto es el amor? No
lo sé. Nadie me dio nunca una definición clara de lo que es. Sin embargo, es
algo que nunca antes había sentido. Y quiero seguir
sintiéndolo.
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