sábado, 8 de noviembre de 2014

Deckard, otra vez

Después de cuatro años sin escribir, me atrevo a hacerlo ahora que mi camino llega a su fin. ‎Os preguntaréis qué estuve haciendo durante este tiempo. En realidad, no mucho. Cuando alguien está ocupado en sobrevivir día a día a los dolores, a los efectos de la medicación y a la soledad, no tiene mucho tiempo para emplear en divertirse. Así pues, no he tenido muchas cosas que contar hasta ahora. 

‎Estuve trabajando durante estos últimos dos años. Ocupé diversos puestos de segurata, lo único que sé hacer, primero en la órbita de Marte y más tarde en Oberón. Aún no sé con certeza qué me empujó a viajar a aquellos lugares. Quizá fue la necesidad de ver lo que Roy vio. Sí, creo que esa fue la razón. En todo caso, partí después de que Rachel me dejara. Que acabara solo, era cuestión de tiempo. Ninguna de mis relaciones ha durado mucho. Sin duda, tengo toda la culpa de ello. Soy incapaz de vivir con alguien sin hacerle pagar todas mis frustraciones y desencantos. He amargado la vida a aquellos que me han querido, lo he hecho siempre, y todos al final huyeron de mí.

Me queda poco tiempo. Ya ha pasado el que me ha sido concedido. Todo el que encuentre a continuación es una prórroga de lo inevitable. Lo aprovecharé en dejar escrito lo que he visto, aunque sea bien poco. Para que no se pierda en el tiempo... Confío en que los errores de un derrotado sirvan a quien me lea para ser mejor persona. 

Aquí está Deckard de nuevo. No sé por cuánto tiempo. Efímero, presumo. ‎


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