Puedo ser triste y solitario, independiente y apático, aburrido y distraído. Puedo mostrarme desagradable y mezquino. Puedo resultar antipático, interesado, egoísta y odioso. Puede parecer que voy a la mía, que carezco de las más elementales habilidades sociales, que huyo de la compañía de las personas. Podría incluso recluirme en mi apartamento y no volver a salir ni ver a nadie durante días.
Es fácil que provoque rechazo, malestar y desprecio en la gente. Es probable que no sea capaz de volver a mantener una relación con alguien. Puedo ser explosivo, borde, histriónico. Puedo caer en la más profunda de las tristezas y no salir de ella durante semanas. Puedo callar, chillar y vociferar a cualquiera; arrugar, romper y echar a perder cosas buenas; fanfarronear, molestar y después desaparecer.
Puedo entender que Rachel me dejara, que no soportara mi presencia, mi egoísmo y mis malos modos. Ella se mereció en todo momento ser adorada y respetada. Nunca hubo razón para no ser bueno con ella. Pero, por aquel entonces, yo ya procrastinaba. Nunca supe cómo hablarle, rara vez me sintió a su lado, apenas fui amable con ella. Pero no puedo dejar de necesitarla, de extrañar su presencia, de desear su compañía. Si pudiera contactar con ella le diría: "A pesar de todo, de ser como soy, de haberte tratado mal, de haberte echado de mi lado, te amo. Perdóname y vuelve conmigo". Eso le diría. Puede parecer una contradicción, entre lo que siento por ella y el trato que le dispensé, pero así es la vida de extraña. Ella está ahora a millones de kilómetros.
Ya no tengo casi tiempo que gastar y el poco que me queda, qué lástima, lo pasaré echándola de menos. No fue esto lo que quise para mí, pero a veces la vida te niega lo que quieres. Aunque sé que lo merezco por todo el mal que hice.
Ahora, Rachel estará con otro que la mime, que la lleve en volandas, que le diga lo que necesita oír a cada momento, que la abrace cuando lo necesite, que se quede a su lado callado cuando se encuentre mal. Si es así, si es eso lo que quiere, estoy seguro de una cosa: no estará junto a la persona que más la ama. Ojalá pudiera volver a verla, a escucharla, a sentirla. Quisiera poder pedir de nuevo su perdón, como tantas veces obtuve aun sin mérito. Y empezar otra vez. Si pudiera ser, cambiaría tantas cosas... Esta vez sí que sería distinto. Sé que ya no es posible, pero lo deseo.
Soy Deckard, otra vez.
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