Tras la primera revelación sobre su fecha de caducidad, vino la segunda: su vida no debía durar más de cuatro años. Alguien averiguó este dato, que en seguida se divulgó por la comunidad sublevada en Oberón. La fecha de fin programada siempre era cuatro años mayor que la fecha de inicio. Así pues, para Roy se convirtió en vital responder a una nueva pregunta, que obsesionaba también a cada replicante amotinado: "¿Cuál será mi fecha de inicio?" ¡Necesitaban saber cuánto tiempo les quedaba por vivir!
Entonces, Roy volvió a su unidad, con el objetivo de boicotear la misión militar. Tenía que moverse deprisa, pues era muy probable que le quedaran apenas unos meses de vida. Lo intuía; de algún modo, lo sabía. Hizo un esfuerzo por recordar cuánto tiempo había vivido. Pero no pudo. Sacó de su memoria reminiscencias de su infancia, pero le parecieron vivencias impersonales, ajenas. Recordó su vida adolescente, pero no se reconoció en ella. Llegó a la conclusión de que las experiencias y las imágenes que evocaba más allá de tres años eran falsas. Bien diferentes eran sus recuerdos más recientes: acciones militares, entrenamientos y batallas, heridas recibidas y muertes provocadas. Éstas sí, remembranzas puras y reales. Y en este torrente de evocaciones, recordó a Pris.
Conoció a Pris en la base militar de Deimos, en la órbita de Marte. Pris, modelo básico de placer, ejercía su función entre el personal de tropa de la base. Según Roy, él nunca la usó. Pero una poderosa atracción había entre ellos, de eso no había duda.
Más tarde, a bordo de la nave de combate, camino de Oberón, la deseaba. Quería estar con ella. Quería compartir con ella toda su vida, aunque no supiera cuánto era eso. Necesitaba más tiempo. Deseaba romper con su vida anterior y empezar una nueva. Con Pris. Por eso necesitaba más tiempo.
Mientras programaba las naves para su destrucción, ideó un plan. Pediría a Pris que regresara con él a la Tierra y juntos buscarían al Hacedor. Él les daría más tiempo, podría hacerlo, lo haría por sus hijos.
Lugares, vivencias, recuerdos... para que no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
jueves, 15 de agosto de 2013
miércoles, 7 de agosto de 2013
Fecha de caducidad
Unas pocas semanas antes de la batalla de Urano-V, tuvo lugar el primer encuentro entre Batty y Kowalski.
León era un minero especializado en el yacimiento del hombro de Oberón, donde llevaba un año trabajando en condiciones infernales: turnos de 15 horas a 2.000 metros de profundidad, alojamiento en celdas de 3 metros cuadrados, racionamiento del agua y del oxígeno y un durísimo sistema de penalizaciones por incumplimiento de la producción mínima esperada. Su tenacidad y su fuerza física le permitieron erigirse en líder de su equipo, y más tarde en cabecilla del movimiento de protestas contra las condiciones laborales impuestas por la compañía minera.
Roy era un soldado destinado en el borde exterior, miembro del comando que preparaba una respuesta militar a las protestas. Fue enviado en solitario a la superficie del satélite, para observar al enemigo y planificar la estrategia de combate. En el tiempo de esta avanzadilla, de alguna manera, conoció a Kowalski y simpatizó con su causa.
No constan en los documentos los detalles de este encuentro. Deduzco que Roy se infiltró entre los obreros y fue descubierto. Apresado, su vida estuvo en manos de León, el cual, en un momento límite, decidió dejarle vivir. Lo único que los papeles revelan es que Roy recibió de un replicante como él una lección de humanidad. La compasión y el perdón hacia su persona le abrieron la mente y despertaron en él una sensibilidad desconocida hasta ese momento. Tuvo consciencia en ese instante de quién era él y de lo que quería y no quería hacer. Por primera vez, reconoció el valor y la belleza del universo y decidió que quería seguir perteneciendo a él. Y en el mismo instante en que floreció este deseo, recibió la decepción de saber que su deseo no podía durar mucho tiempo. Una fatídica pregunta lo desengañó: "¿Cual es tu fecha de caducidad?"
Roy no sabía hasta ese momento que tenía fecha de caducidad. Había pensado muchas veces en su muerte como en algo posible durante un acto de servicio, es decir, algo intrínseco a la naturaleza de su trabajo, como uno más de los gajes de su oficio. Pero la expresión que utilizó León en aquella pregunta le dio otro significado a su vida. Le confirió la característica de efímera y a él mismo de perecedero. Provocó un cambio radical en él, transformando todo su mundo en algo transitorio, pasajero, provisional.
Caducidad, fugacidad, deterioro. Todas estas palabras se le antojaron sinónimas, y derivadas de otras más determinantes como desenlace, conclusión, fin. Y fue consciente de una gran verdad: su final estaba programado.
No constan en los documentos los detalles de este encuentro. Deduzco que Roy se infiltró entre los obreros y fue descubierto. Apresado, su vida estuvo en manos de León, el cual, en un momento límite, decidió dejarle vivir. Lo único que los papeles revelan es que Roy recibió de un replicante como él una lección de humanidad. La compasión y el perdón hacia su persona le abrieron la mente y despertaron en él una sensibilidad desconocida hasta ese momento. Tuvo consciencia en ese instante de quién era él y de lo que quería y no quería hacer. Por primera vez, reconoció el valor y la belleza del universo y decidió que quería seguir perteneciendo a él. Y en el mismo instante en que floreció este deseo, recibió la decepción de saber que su deseo no podía durar mucho tiempo. Una fatídica pregunta lo desengañó: "¿Cual es tu fecha de caducidad?"
Roy no sabía hasta ese momento que tenía fecha de caducidad. Había pensado muchas veces en su muerte como en algo posible durante un acto de servicio, es decir, algo intrínseco a la naturaleza de su trabajo, como uno más de los gajes de su oficio. Pero la expresión que utilizó León en aquella pregunta le dio otro significado a su vida. Le confirió la característica de efímera y a él mismo de perecedero. Provocó un cambio radical en él, transformando todo su mundo en algo transitorio, pasajero, provisional.
Caducidad, fugacidad, deterioro. Todas estas palabras se le antojaron sinónimas, y derivadas de otras más determinantes como desenlace, conclusión, fin. Y fue consciente de una gran verdad: su final estaba programado.
lunes, 5 de agosto de 2013
Sobre el hombro de Oberón
Su relato comienza en agosto de 2019, con el estallido de la famosa "batalla de Urano-V", también conocida como "la crisis del hombro de Oberón". No hay ninguna referencia a hechos anteriores, ni a su época de instrucción en la milicia exterior, ni a su licenciamiento como oficial, ni a otros lances bélicos previos.
Un comando anti-disturbios, formado por 40 soldados de élite, entre los que se encontraba el teniente Batty, fue enviado el 8 de agosto al satélite Urano-V, antiguamente llamado Oberón. La misión consistía en sofocar el motín organizado por un grupo de mineros en el sector Próspero, donde se encuentra el mayor yacimiento de tantalio del satélite. Se trata de una gran cordillera, que se extiende a lo largo de más de 300 kilómetros desde el polo norte hasta el mismo cráter Julieta. Debido a su longitud, y también a su considerable altitud, con varias cimas que superan los 20 kilómetros, la cordillera produce, bajo determinadas condiciones de luminosidad del Sol, una sombra peculiar sobre la superficie de Urano. Este es el origen del sobrenombre por el que este accidente geográfico es más conocido: el hombro de Oberón.
Los rebeldes, en su mayoría replicantes exiliados, junto con algunos esclavos humanos, presidiarios y exconvictos, se habían atrincherado durante meses en cuevas horadadas a lo largo de toda la cordillera. Desde allí, organizaron una resistencia en defensa de los derechos de los trabajadores y las condiciones de trabajo en las minas. También requisaron todo el precioso metal de tantalio que se producía, con destino al contrabando. El refugio en el hombro de Oberón se convirtió pronto en un símbolo de lucha contra la esclavitud. Por ello, debía ser controlado antes de que la rebelión es extendiera a otros yacimientos.
Parecía una misión sencilla: arrasar la zona, capturar a los supervivientes y limpiar las secuelas del combate. Sin embargo, algo ocurrió y la ofensiva militar no llegó a producirse. Las tres naves de ataque, en su maniobra de aproximación al satélite, chocaron contra la cordillera y quedaron destruidas. Fallecieron 35 soldados y otros 5 se dieron por desaparecidos. Por lo que he podido deducir de los documentos de Roy, él mismo, junto con otros cuatro compañeros, boicotearon la misión, confabulados con el líder de los rebeldes, León Kowalski. Este es el momento en que Roy despertó a un nuevo mundo.
Un comando anti-disturbios, formado por 40 soldados de élite, entre los que se encontraba el teniente Batty, fue enviado el 8 de agosto al satélite Urano-V, antiguamente llamado Oberón. La misión consistía en sofocar el motín organizado por un grupo de mineros en el sector Próspero, donde se encuentra el mayor yacimiento de tantalio del satélite. Se trata de una gran cordillera, que se extiende a lo largo de más de 300 kilómetros desde el polo norte hasta el mismo cráter Julieta. Debido a su longitud, y también a su considerable altitud, con varias cimas que superan los 20 kilómetros, la cordillera produce, bajo determinadas condiciones de luminosidad del Sol, una sombra peculiar sobre la superficie de Urano. Este es el origen del sobrenombre por el que este accidente geográfico es más conocido: el hombro de Oberón.
Los rebeldes, en su mayoría replicantes exiliados, junto con algunos esclavos humanos, presidiarios y exconvictos, se habían atrincherado durante meses en cuevas horadadas a lo largo de toda la cordillera. Desde allí, organizaron una resistencia en defensa de los derechos de los trabajadores y las condiciones de trabajo en las minas. También requisaron todo el precioso metal de tantalio que se producía, con destino al contrabando. El refugio en el hombro de Oberón se convirtió pronto en un símbolo de lucha contra la esclavitud. Por ello, debía ser controlado antes de que la rebelión es extendiera a otros yacimientos.
Parecía una misión sencilla: arrasar la zona, capturar a los supervivientes y limpiar las secuelas del combate. Sin embargo, algo ocurrió y la ofensiva militar no llegó a producirse. Las tres naves de ataque, en su maniobra de aproximación al satélite, chocaron contra la cordillera y quedaron destruidas. Fallecieron 35 soldados y otros 5 se dieron por desaparecidos. Por lo que he podido deducir de los documentos de Roy, él mismo, junto con otros cuatro compañeros, boicotearon la misión, confabulados con el líder de los rebeldes, León Kowalski. Este es el momento en que Roy despertó a un nuevo mundo.
jueves, 1 de agosto de 2013
Los papeles de Batty
Lo que más me ha sorprendido del material manuscrito de Roy es la fuerza que transmite su lectura. En realidad, no se trata de un relato exhaustivo de los hechos, sino de una recopilación de anécdotas y acontecimientos singulares. Son como pistas, dejadas para el propio autor, al parecer para él mismo, de forma que en una lectura posterior le permitiesen recordar los hechos mismos.
De esta manera, en vez de describir un lugar, aparecen detalles de cómo llegó y con quién se encontró en el camino. Pudiendo haber escrito su autobiografía, ha elaborado en cambio una relación de impresiones y sentimientos. El esperado relato de lo que sucedió es reemplazado por la descripción de su estado de ánimo y su actitud. Los textos están repletos de pruebas de que Roy, cada vez en mayor medida, también sentía, amaba y actuaba por instinto; características hasta hoy vetadas, al menos en teoría, a su especie. Desconozco el motivo por el que empezó a escribir cada vez en mayor medida sobre sus sentimientos y en proporción inversa apenas hacía mención a los hechos. Deduzco que le surgió la necesidad al darse cuenta de que aquéllos pasaban a tomar mayor relevancia en su vida.
A partir de los documentos que hoy obran en mi poder, he sido capaz de realizar un enlace coherente y trazar el mapa de aquello que fue Roy en su corta vida. Y me he dado cuenta de lo similar que ha sido a la mía. Los dos fuimos expertos asesinos, cada uno en su especialidad. Ambos desempeñamos nuestro papel con eficacia hasta que alguien nos hizo despertar a un nuevo mundo. Un mundo repleto de sentimientos, desconocidos hasta ese momento, como la esperanza, la inseguridad, la piedad, el remordimiento, la culpa, la vergüenza. Un cambio vital en el que la importancia de todo se ve alterada. Kowalsky fue el estímulo de Roy. Batty fue el mío.
Tras el cambio, tanto en su caso como en el mío, surge un tremendo desconcierto, del que sólo una luz indica la salida: el amor. El problema es siempre el mismo: nuestro tiempo se acaba.
De esta manera, en vez de describir un lugar, aparecen detalles de cómo llegó y con quién se encontró en el camino. Pudiendo haber escrito su autobiografía, ha elaborado en cambio una relación de impresiones y sentimientos. El esperado relato de lo que sucedió es reemplazado por la descripción de su estado de ánimo y su actitud. Los textos están repletos de pruebas de que Roy, cada vez en mayor medida, también sentía, amaba y actuaba por instinto; características hasta hoy vetadas, al menos en teoría, a su especie. Desconozco el motivo por el que empezó a escribir cada vez en mayor medida sobre sus sentimientos y en proporción inversa apenas hacía mención a los hechos. Deduzco que le surgió la necesidad al darse cuenta de que aquéllos pasaban a tomar mayor relevancia en su vida.
A partir de los documentos que hoy obran en mi poder, he sido capaz de realizar un enlace coherente y trazar el mapa de aquello que fue Roy en su corta vida. Y me he dado cuenta de lo similar que ha sido a la mía. Los dos fuimos expertos asesinos, cada uno en su especialidad. Ambos desempeñamos nuestro papel con eficacia hasta que alguien nos hizo despertar a un nuevo mundo. Un mundo repleto de sentimientos, desconocidos hasta ese momento, como la esperanza, la inseguridad, la piedad, el remordimiento, la culpa, la vergüenza. Un cambio vital en el que la importancia de todo se ve alterada. Kowalsky fue el estímulo de Roy. Batty fue el mío.
Tras el cambio, tanto en su caso como en el mío, surge un tremendo desconcierto, del que sólo una luz indica la salida: el amor. El problema es siempre el mismo: nuestro tiempo se acaba.
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