lunes, 8 de julio de 2013

Lo que importa y lo que no

Diréis que Roy Batty se ha convertido en una obsesión para mí. Quizá sea cierto. De lo que sí estoy seguro es de que los pocos minutos que estuve junto a él me marcaron más que cualquier otra cosa en mi vida.

Es curioso cómo hay uno o, como mucho, dos momentos en nuestro devenir, en los que algo mágico ocurre. Uno puede estar ocupado en sus propios asuntos y, de repente, uno de los millones de seres que se encuentran en el mundo y de los que no conoces nada de nada, ni siquiera su existencia, se cruza en el camino y se produce el cambio. Es en ese instante cuando la mente se reordena, lo que hasta ese momento era importante deja de serlo y lo que fue irrelevante cobra un nuevo significado. Si esto te pasa alguna vez, el ser que ha sido capaz de obrar así en ti se convierte en tu referente y nunca más lo olvidas. No importa durante cuánto tiempo, aunque haya sido sólo un instante, queda presente en tu memoria. Suele ocurrir que tal persona no es nadie especial, simplemente cualquiera con sus propios problemas e imperfecciones. Pero ha tenido el enorme mérito de saber cómo activar en otro el mecanismo interno de sus emociones.

En mi caso, fue Roy quien lo consiguió. Él nunca fue un héroe, ni mucho menos un modelo de virtudes. En realidad fue una persona mezquina y cruel. Un ser despreciable, un criminal y un asesino. Pero me hizo ver cómo había sido mi vida hasta ese momento, cuán parecido a él había llegado a ser yo, y me regaló una nueva vida.

He sido uno de los mejores desempeñando mi oficio, reconocido por jefes y compañeros. He sido respetado por ello. He disfrutado de un salario holgado. He vivido con comodidad. He hecho siempre lo que he querido. Pero hoy tengo la certeza de que hasta ahora mi vida estuvo vacía. De ella no obtuve nada útil. No sé hacer otra cosa que mi horrible trabajo. No conocí más que a personas mediocres y marginadas. Viví en una ciudad oscura y traidora. Tuve un apartamento sucio y lúgubre. Coleccioné objetos inútiles y de propietario desconocido. Nunca fui feliz, ni siquiera me planteé serlo.

Pero Roy me regaló esta oportunidad y la pienso aprovechar, disfrutando de esos pequeños detalles de la vida que hoy son realmente importantes para mí. Ahora miro a la cara de la gente, pienso en lo que necesitan los que están a mi alrededor antes de que me lo pidan, escucho todo lo que los demás tienen que decir, busco la belleza en todos los seres y en todas las cosas. Sé que soy capaz de hacer estas y otras cosas que nunca hice. Y, sobre todo, de ofrecer, de dar y de amar. Ahora soy feliz cuando hago felices a los que me rodean. Ya no me importa otra cosa.


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